Ese lugar, esos lugares:






                                                                                                             por Ma. Laura Castro


Mi espacio, tu espacio, nuestro espacio en la sala. En muchos  comienzos de año lectivo, en nuestras planificaciones iniciales,  solemos tomar en cuenta, entre otros contenidos, el reconocimiento y exploración del espacio.  Sabemos  que los/as  niños/as- tanto los/as  que recién comienzan el nivel inicial o aquellos/as  que ya tienen escolaridad previa pero cambian de sala- necesitan conocer y reconocerse en este nuevo espacio, el cual  habitan  la mayor parte del tiempo que están en el jardín. Esta sala, parecida a otras y  distinta a la vez,  cuentan con nuevas personas, nuevos objetos y nuevas acciones, por lo tanto, también aparecen nuevas relaciones con cada uno de estos componentes  que conforman  este espacio. 
Por eso,  creemos que este nuevo lugar debe ser mirado y pensado  teniendo en cuenta lo pedagógico y lo didáctico para garantizar verdaderas experiencias de aprendizaje, teniendo en cuenta también el bienestar de cada uno de los sujetos que lo habitan y lo comienzan a ser propio.

Cada niño/a  se presenta en ese espacio como único, y lo transita, lo habita, lo re-significa, lo juega, lo conoce y reconoce a su manera.  Cuántas veces vemos entrar ese primer día a niños y niñas que entran al centro de la escena lúdica  con naturalidad pero también existen otros/as que prefieren mirar apartados de esa gran escena. Sabemos muy bien como docentes, que cada niño/a del grupo es un individuo con personalidad única e irrepetible, sin embargo,  muchas veces, sentimos la necesidad que todos/as los/as  niños y niñas que conforman el grupo estén en el lugar donde planteamos la propuesta de juego. Daniel Calmels, reconocido psicomotricista, en su libro “Espacio Habitado, en la vida cotidiana y la práctica psicomotriz”, entre muchas cosas que manifiesta sobre la relación de los niños/as y el espacio, interpela nuestra tarea con una interesante pregunta: “¿Cuántas veces en nuestra práctica llenamos el vacío de la sala con nuestras necesidades?, a veces con objetos, a veces con propuestas lúdicas. Interferencia para la elección del niños, excesiva presencia del saber adulto.”  Creemos que este planteo nos lleva a repensar cuántas veces prima nuestra necesidad de que  todo el grupo  se integre a la escena de  la propuesta ofrecida por sobre las verdaderas necesidades de cada uno de esos niños y niñas que lo integran. Recordemos nuestras experiencias… ¿cuántas veces hemos visto niños/as observando la escena de juego? ¿Cuántas veces vemos a un niño/a  buscar,  mientras se lleva a cabo una propuesta lúdica, algún rincón  del lugar? O ¿en cuántas ocasiones vimos buscar “huecos” -formados  entre cajas o armarios- imperceptibles para nosotros pero que los/as niños/as detectan con tanta facilidad? Y ¿cuántas veces los vemos placenteramente escondidos debajo de la mesa o buscando  el contacto constante con las paredes de la sala?

Calmels  manifiesta en el  libro anteriormente citado, la particularidad de significación para los niños/as de estos  lugares elegidos.  Por ejemplo, para el autor “las paredes son buscadas para el contacto porque  el apoyo del piso no basta, la ansiedad que genera todo inicio nos hace “mover el piso” y llevar la mirada a las altura, salvo una huidiza mirada que escapa de otra, porque el cuerpo del otro todavía no es posible de enfrentar. Otro lugar que aporta como ejemplo, es  el rincón. El autor  define a los rincones como lugares transitorios que los niños/as buscan motivados por diversos sentimientos: como refugio, como isla  o mirador. El rincón como: lugar que habitar y donde protegerse, como lugar oculto para no ser mirados, o  como territorio ganado emitiendo desde allí sus propios mensajes, o quizá,  como una manera de aislarse del centro de la escena por la exposición que ésta representa. También puede ser tomado como lugar estratégico para mirar  todo el espacio  participando de otra manera y desde otro  lugar  diferente al que  hemos pautado como lugar central de la propuesta de juego.

Creemos que considerar estas posibilidades de acción y de elección de los niños y niñas  de cómo ser y estar en este nuevo espacio, nos permiten  ofrecerles  una  genuina exploración del mismo para hacerlo propio. Posibilitando que ese nuevo territorio, la nueva sala,  sea vivenciada  como un lugar  donde  se quiere estar;  cómoda, segura, agradable para cada una de las singularidades que comienzan  a llenarla,  habitarla, conformarla, transformarla, a su tiempo y a su manera.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Rayos y Centellas: Un proyecto sobre Súper Heróes

Inventar, crear y escribir con un tema monstruoso

24 de marzo: NUNCA MAS